martes, 5 de febrero de 2013

Liz Dillon 2

 
La otra noche, daba vueltas en mi cama como un pollo a la brasa.
Algo me fastidiaba y no era el sofocante calor de lima, ni los ladridos de los perros  que acostumbran a manifestarse en la madrugada.
Acababa de ver en Facebook a una de mis mejores amigas, una de esas mujeres fuertes e inteligentes que tanto admiro y recordé por qué mi admiración por ella.
Fui testigo de sus historias de amor, no presencial pero las vivi casi intensamente con ella, cada uno de sus relatos eran geniales y me hacía sentir que los vivía.
¿A qué mujer fuerte e independiente esto le suena a historia conocida?
A mi querida dillon recordé algo muy puntual que nunca se cansó de repetirme y que muchas veces olvidaba:
 
 ¿dónde estamos nosotras? las mujeres que nos auto proclamamos independientes, las que dictamos las reglas de nuestras vidas, las que somos fuertes todo el tiempo y sensibles cuando nos da la gana, las que nos negamos a ser llamadas y/o tratadas como el “sexo débil”, las que nos convertimos en Hulk cuando de machismo se trata, las que compadecemos a las pobres débiles que aún no son parte de nuestra mancha y las que les sacamos la lengua a los hombres que se atreven a insinuar que tienen más poder solo porqué sí.
¿Dónde están?, ¿dónde estamos?, ¿realmente existimos o somos pura finta?
Esta mujer me demostró mucho, 16 años en un país desconocido, tener sus cosas por su esfuerzo y su arduo trabajo.
Me enseño a que si se puede y se quiere se logra, a que si alguien no vale la pena deshacerlo de tu vida y no mirar hacia atrás. (Lástima que alguna de esas cosas aun las estoy aprendiendo)
Ella también me enseño que una mujer que llama “amor” a la incapacidad de estar sola, que está en una relación solo por seguir ciertas convenciones sociales o que se enamora del primero que pasa por la puerta, no es una mujer fuerte e independiente.
Ahora ya se  que el fin de nuestra vida no es sentarnos a esperar una llamada de teléfono, ni que una relación convierte hace que nuestra vida se “complete”, ni creemos en los mundos mágicos donde habitan príncipes, sapos, ni medias naranjas, ni finales felices.
Tenemos otras cosas mucho más importantes y reales que hacer.
La vida puede ser de todo, pero no es un cuento. Bueno, solo para las creen en finales de comedia romántica.
GRACIAS LIZ DIANA
ME ENSEÑASTE
A vivir el amor, la ilusión, el sexo, cada una de nuestras emociones con valentía, inteligencia, intensidad es lo máximo y es lo que nos hace quienes somos o quienes luchamos por ser.
Yo la verdad sí creo con firmeza que somos mujeres fuertes, independientes, sensibles, valientes y todo lo demás como tu. Y también creo que como todos los seres humanos, tenemos un corazón que nos puede poner en el riesgo de enamorarnos. ¿Por qué digo “riesgo”? Porque cuando apostamos a una tener una relación con alguien, como pasa con el resto de habitantes del planeta, existe la posibilidad de sufrir.

domingo, 3 de febrero de 2013

LIZ DILLON


Hace muchísimo que no escribo pero esta vez lo amerita.
Les contare la historia de 2 amigas que aunque lejos sus corazones estaban muy cerca.
Existía una confianza que no la tenia ni siquiera con la vecina que la conocía hace años, el tabú, los prejuicios y pudores se habían perdido entre ellas.

Se conocían tan bien que hasta fueron episodios de sus vidas dolorosos sin embargo los compartieron.
Ellas ya no están mas juntas, comparten una red social mas ya no son amigas.

Dime chica Dillon si no voy a extrañar tus estados quejándote del gobierno, tus fotos sensuales, tus arranques de pirañita, tus fotos de obama, tu amor incondicional por tu familia.
Y tantas cosas que indirectas compartía contigo y sentía que era parte de ella.

La confianza se perdió, bueno yo hice que se perdiera, con esta crónica no intento recuperarla porque es algo roto que lo tendré que pegar de a pocos hasta que no quede un agujerito y no se vea q algún día se rompió.

Son tantas cosas que te quisiera decir por aquí, te quiero Dillon y aunque suena una frase ya muy gastada eres y serás alguien con quien compartiré un lazo amical inigualable.
Gracias por tantos consejos
Gracias por las amanecidas hablando estupideces
Gracias por depositar tu confianza en mi .

GRACIAS POR TU GRAN AMISTAD !!!

lunes, 7 de enero de 2013

Como tu lo quisiste

Sola,

descubro que mi vida transcurrió

erfectamente
como tú lo estableciste.
ahora
cuando la sensación de algo inacabado,
Inacabado y ajeno
invade de escrúpulo mis buenas intenciones

sólo ahora
cuando me siento en la mitad de todos
mis caminos
atada a frases hechas
a cosas que se hacen por haberlas aprendido
como se aprende una lección de historia,
puedo pensar que de nada sirvieron los consejos
ni las interminables conversaciones con tu madre,
y esas largas horas de mi vida perdidas
en aprendizajes extraños

sobre pesas y medidas, colores y sabores
y en el vano intento de ir tras el sol
tras el vuelo de los pájaros,
de repente quiero acabar
con mi baño de todas las mañanas,
con el café pasado,
con mi agenda cuidadosamente estructurada
de citas y visitas
a las que asisto puntualmente;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola

MALA

soy
la muchacha mala de la historia
la que fornicó con seis hombres
y le sacó cuernos a su marido,
soy la mujer
que lo engaño cotidianamente
por un miserable plato de lentejas
la que le quitó lentamente su ropaje de bondad
hasta convertirlo en una piedra
negra y estéril 
soy la mujer que lo castró
con infinitos gestos de ternura
y gemidos falsos en la cama
soy 
la muchacha mala de la historia 

viernes, 8 de junio de 2012

Y aun no lo vuelvo LOCO !

El amor nos puede volver locos. Lo que nadie nos advierte es en cuál de los tres chiflados nos podemos convertir y qué somos capaces de hacer en un ataque de insanidad emocional.


La locura es el coctel molotov de endorfinas y emociones que nos hacen hacer perder un poco la razón y pensar solo en uno mismo.
Sin embargo, en lugar de preguntarme si soy Larry, Curley o Moe, creo que sería más apropiado cuestionar el elemento más importante que define una relación: ¿cuánto de mí estoy dispuesta a darte, kike?
Dar suena fácil. Muchas veces, es lo más tranca. Una relación es finalmente un intercambio. A veces la balanza se va para uno de los dos lados, otras, hacia el otro.
Creo que es por esto que muchos y muchas sufren de relaciones tóxico-dependientes, desiguales, egoístas, que los dejan exhaustos, frustrados y con un gran signo de interrogación en la cara.
No hay día que pase que no escuche una historia diferente del dar o el no-dar. Todos nos quejamos y lamentamos de lo que tenemos, es decir, de lo que damos en comparación a lo que recibimos, o de los reclamos de lo que no entregamos y que nuestra pareja no recibe, que van desde “luciita odia salir con mis amigos, por eso casi no los veo”, hasta “richard se fue y hasta se llevó mi vida con el”
A mí, como buena hija de una educación machista, conservadora y católica, me enseñaron desde chiquita que las mujeres, por nuestra condición de mujeres (solo por eso), somos seres preconcebidos para dar. Por eso: uno) lo sabemos hacer y, dos) estamos acostumbradas a hacerlo.

Ojo con el gran “pero”: la vida pasa y todo ese aprendizaje absurdo de "al hombre hay que entregarle desde nuestra virginidad hasta la última lamida de nuestro helado favorito", ha quedado enterrado en el fondo de nuestras memorias.
 Ahora, al menos yo, exijo, como si estuviera en un negocio de a dos, mi 50%.
Por más que por épocas uno tenga que ceder y dar algo más, digamos un 10% o 20% máximo, lo justo es ir a medias en una relación. Así de simple; y si no me lo quieres dar: “nos vemos en otra vida, egoísta de mierda”.
Al tercer mes que estaba con kike íbamos al matrimonio de uno de sus amigos en huachipa.
kike no sabe esto, pero volé a comprarme un vestido nuevo que, hablando de cifras, costaba 40% menos gracias a las ofertas del cambio de estación.
Conocer a los amigos siempre representa un pequeño ataque de pánico. kike fue a recogerme y supe que el vestido había valido lo que costó.
Creyéndome la Cenicienta con zapatos de cristal taco 15, salí con él a mi lado, cuando de pronto sentí sus dedos buscando los míos que huyeron a la velocidad de los guepardos en la jungla. No había tomado mi mano como ese día, decía con los dedos “ella es mía”.
Entonces me di cuenta que había permanecido reacia a cualquier cosa parecida a ir de la mano con alguien en esta vida.
Siempre me hacía la loca y les decía a mis no-novios que no me gustaba que me cogieran de la mano. Quizás porque no quería comprometerme con alguien que jamás lo haría conmigo, o no quería mostrar ninguna señal de compromiso con alguien con el que yo no quería comprometerme, punto.

Como en el mes 3 para 4  los dos andábamos aún torpes y chupados el uno con el otro, pensé que no se iba a dar cuenta.
No fue así. Y fue algo inesperado para mí, como todo lo que me anda ocurriendo últimamente en mi vida. Cuando sentí su mano acercarse a la mía, dejé que la cogiera y no sólo eso, la llevé hasta mi boca y la besé. Un detalle ínfimo para muchos, un gran pasó para mí.
Desde ese día Kike y yo vamos de la mano a todos lados. Nos hemos convertido en una especie de melcocha privada y pública y la verdad es que no nos importa nada. Así llevamos nuestro propio mundo de aquí para allá.
Adiós al drama. ¿A quién le gusta el drama? Bueno, a los reyes y reinas del drama. Yo soy, lo confieso, una aspirante –muy aplicada- A DEJAR DE SERLO.
El auto-drama siempre ha sido un factor presente en mis relaciones verdaderas.
Creo que en realidad este síndrome es producto de mi formación como lectora precoz de las películas casi novelas de Disney, una sobre exposición a dibujos animados de los atormentados Candy (¿notaron como Candy lo da todo y es feliz quedándose sin amor?) y Marco, entre otros estímulos que hicieron que mi sensibilidad se inclinara hacia el lado de esas heroínas atormentadas que lo hacen todo por amor. Sufren, pero aman. Uno no va sin lo otro. ¡Fuera!
¿A quién le gusta sufrir? Que levante la mano el que disfruta sufriendo. Mis manos están acá, en el teclado. Y aunque es imposible pensar en una relación de pura felicidad, porque claro que hay malos ratos y muy malos momentos, ese no es el objetivo.
Aquí viene algo importante que define las relaciones: la confianza. Es inevitable que con el tiempo conozcamos el talón de Aquiles de nuestras parejas.
Para dejar salir a ese lado se necesita confianza en el otro. Para mí confiar en alguien es quizás lo más difícil de todo, la gran tarea que me queda por aprender. Pero he conocido a un chico bueno que siente lo mismo que yo por él y los dos tenemos ganas de que esto que tenemos continúe.
Yo quiero que esto tan tierno y distinto que tenemos funcione. Por eso, voy de a pocos con “Saavedrinchi”. Y le he pedido que tenga paciencia,nuestros talones de Aquiles no son iguales.
Sin embargo, no hay nada que evite que nuestra caja de Pandora personal se abra y salte el monstruo que no habla sino vomita ráfagas de fuego.
Hace unos días metí la pata. En lugar de decirle a Kike que no me gustaba algo que hizo, me lo tragué. Lo metí tan hondo en mi garganta que salió de la peor manera y en el peor momento.
Mi dragón malo salió directo a arrancarle la cabeza a mi chico. Cuando me di cuenta de que yo lo había herido a él, ya era tarde.
Entonces ahí recién tuve miedo.
Miedo de perderlo
 De no haber hecho lo que predico.
De haberla cagado de manera irremediable.
Despues de unas horas de silencio y lágrimas Kike y yo nos tomamos de la mano en silencio.
Mi mente me decía: "tienes que confiar". Mi corazón aún no está del todo de acuerdo. Mi chico me sonreía otra vez. Me dio seguridad. Yo le di confianza.
No tengo idea sobre qué pasará en el futuro. Supongo que ya lo iremos averiguando

viernes, 8 de julio de 2011

MUJERES AL BORDE DEL COLAPSO !!



Según alguna leyenda urbana, nosotras, las mujeres, muchas veces nos volvemos “locas”. Sí, locas, complicadas, alteradas y emocionales. Así, de la nada. Lo dicen tan sueltos de huesos y tan seguido, tanto hombres como las de nuestro mismo género. Traidoras. Ante la más mínima alteración de “cómo se comporta una persona normal””, ¡zas!, aparece ipso facto ese calificativo que nos reduce a una persona trastornada por la falta de sexo.

Si alguna mujer es denominada “loca” por sus compañeros de trabajo, estudio, familia, amigos, novios, maridos, amigos de los novios y de los maridos, supuestamente se debe a alguna de las siguientes causas: está con la regla, debe ser el síndrome pre-menstrual, quizás sea una menopausia temprana (a mi perrita zhitsu el veterinario les diagnosticó lo mismo), la dejó el novio, la dejó el marido, debe estar “depre”, le falta amante, galán o agarre, le falta sexo, le falta un hombre de verdad, en fin, le falta un buen pene que la haga feliz, entre otras pachotadas.

Al parecer todas las carencias de la mujer tienen que ver con el sexo.

Veamos al sexo opuesto. Miren la gran diferencia. Los mismos hombres y mujeres, al percibir en un hombre alguna alteración en su conducta no piensan ni dicen que chifló de un día para otro, sino que debe estar pasando por un problema, por un mal momento o que está teniendo un mal día. Esto se traduce así: debe estar estresado, tiene problemas de plata, trabaja como un burro, ¿así quién no se cansa?, cayó la bolsa, quizás le robaron, debe ser su familia, dicen que su mamá ya está en las últimas, ¡cáncer a la próstata!, la diabetes, la calvicie, su próximo viaje.

¿Acaso alguien dice: debe ser una especie de climaterio avanzado, su mujer ya no quiere tener sexo con él porque es aburrido en la cama, nadie quiere tener sexo con él, seguro la tiene chiquita, ya no se le para, ya no le dan bola ni las de primer ciclo, se dio cuenta que no le dan bola las mujeres en general, se ha dado cuenta que en lo que se refiere al amor y al sexo es un fracasado, le falta una mujer con urgencia?

No. Según el juicio popular a las mujeres nos tiene y mantiene locas el sexo, o la falta de, mejor dicho. A los hombres, en cambio, los alteran las cosas realmente importantes de la vida como el trabajo, la carrera, los estudios, los bienes raíces, la salud y la familia.

Pero si seguimos esa lógica, un buen polvo lo soluciona todo en la vida de una mujer. Qué extraño.

A mí el tener o no tener chape, sexo, novio o marido no ha sido una condición determinante para tomar las decisiones que he tomado en mi vida, no me ha conseguido ningún trabajo, no me ha hecho decidir cómo, dónde y con quién quiero vivir, qué estudiar, cuán lejos irme, cómo me visto, qué observo, que quiero.

Sí, me pongo sensible con el síndrome pre menstrual.

En esos días me gusta meterme en mi cama en la noche acurrucarme, comer 20 kilos de chocolate y ver dibujitos animados. Eso hago. Pero jamás he salido con un cuchillo a la calle para matar al primero que se me cruce por delante, ni he decidido mudarme a Islandia en el día “uno” de la regla, ni he cambiado mi ambición de ser periodista para convertirme en vedette.

Se dice que los hombres son más prácticos y que usan su lado racional, mientras nosotras usamos el drama, la depre, la verborrea excesiva, la dependencia crónica de tormentos diarios y nuestro popular lado emocional.

Conozco muchas excepciones a esta supuesta regla. Hay hombres más complicados y densos que la brea.

Un amigo del instituto me contó todos los días de nuestra convivencia estudiantil, pero absolutamente todos, la misma historia de la ex llamada Sandra que lo había dejado seis meses atrás. Cada mañana le daba un nuevo ángulo y de nuevo iba con el mismo rollo. Empecé a odiar a Sandra sin conocerla y a ponerme el ipod todas las mañanas, para no escucharlo más.

Otro, hacía dos años quería cambiar de carrera y cada vez que lo volvía a ver en su cumpleaños empezaba con lo mismo: quejas, quejas y más quejas; que sí pero no, que quería estudiar otra carrera, que quería vivir en otro país, pero no sabía cuál, que ya se sentía viejo.

Bueno, yo no pienso que los hombres necesiten sexo para resolver sus paltas existenciales, un buen psicoanalista quizás. Pero mis oídos aburridos jamás me han hecho decir: ya olvídate hombre, lo que necesitas es salir y chaparte a alguien.

Somos tan complejas como cualquier otro ser humano, no importa el sexo ni la orientación sexual.

Todos tenemos problemas, malos momentos, malos días, malas temporadas o hasta un mal año (o quizás toda una década). Muchos necesitamos hablar de lo que nos ocurre para ver más claro, otros lo procesan en silencio y aunque la procesión vaya por dentro, por fuera no hay una carita feliz, porque simplemente no podemos ser caritas felices todo el tiempo.

Qué dolor de mandíbula daría eso.

No por eso somos unas locas complicadas. Eso se llama vivir. Punto. Deberíamos quitarnos ya este prejuicio de nuestras mentes y bocas.

Repito, si un revolcón es la medicina perfecta para que las mujeres dejen de hacer tanto problema y joder con sus rollos, la vida es más fácil de lo que yo pensaba.

El hombre la tiene más tranca. Él sí tiene problemas serios.

Y yo que pensé que estábamos en desventaja...

lunes, 27 de junio de 2011

Donde estas que no te veo


Ya llegará. Ya vendrá. Lo conocerás cuando menos lo esperes. No te preocupes. Aparecerá en tu vida la persona que te querrá para siempre, que te amará como nadie lo ha hecho jamás, que te tratará como una reina, que te hará feliz. Ya viene. Solo es cuestión de tiempo. Ten paciencia. Lo sabrás cuando lo conozcas. Espera tranquilita. Ya llegará.

¿Ah sí?, ¿alguien lo garantiza por escrito y con carta notarial? Digo, ¿no? La lista de espera, de las que esperan, se sigue alargando. ¿Cómo haríamos?, ¿sacamos un numerito y esperamos en fila?

Cada vez que una mujer le dice a otra (sí, somos nosotras las boconas que repetimos como disco rayado alguna de estas frases) que no desespere, que mantenga la calma para no parecer una chica desesperada, que no piense que se va a quedar solterona (no por Dios, ni mencionen la palabra “s-o-l-t-e-r-o-n-a”, no le vaya a dar un infarto a alguien), que solo hay que esperar la llegada de nuestro Vin Diesel y listo el cuento de hadas. Después vivirán felices para siempre.

La clásica y letal frasecita: “ya llegará” se suelta en este tipo de situaciones:

-Te dejaron. La razón no importa.


-Te dejó por otra (u otro). En esta situación el “ya llegará” viene pegado con goma con el “él se la perdió”.


-Te enteraste que el HDP que te dejó y está con otra. Otro agravante de esta situación es si: “ellos sí se van a casar”.


-Tú fuiste la que dejó a alguien. Y no importa que tú hayas roto la relación porque te dio la gana o cualquiera que fuese el motivo, la cosa es que estás sola, otra vez y por tu culpa. Que en este caso no te sorprenda escuchar un suspirito detrás de tu oreja que diga: “qué cojuda”.


-Te divorciaste.


-Te separaste.


-Estás sola hace un buen tiempo. Días, meses, años. Todo vale.


-Todo tipo de reuniones familiares.


-Las noticias de los compromisos y bodas de amigos, hermanos, conocidos.


-En el estado civil de todos tus documentos dice: soltera.


-Todas las anteriores.

Bueno, ya tengo 23, ni 15 ni 18 ni mucho menos 20 TENGO 23. ¿Y qué creen que me dijeron varias personas que quiero mucho? Pues sí: ya llegará. Y me atreví a preguntarles: ¿quién exactamente llegará?, ¿el mozo con el jugo que acabo de pedir?, ¿mi sándwich de pollo?, ¿ese perfume que me encanta y esos de zapatos de sueño que me mandara mi linda amiga liz?

Claro que se referían a un hombre, pero no a uno cualquiera. Se referían al hombre indicado, al correcto, al perfecto (para ellos). Entiendo que necesiten calmar sus ansiedades y la angustia que les produce que su hijita mayor sea la única en la familia que no halla llevado un enamoradito oficial a la casa o quizás por ahí descartar mi sexualidad, o mejor dicho, mi homosexualidad.

Desde acá les digo, no, no soy lesbiana ni bisexual, y no porque no quiera. No es mi opción, ni mi orientación. Me gustan los hombres. En este punto hasta siento que tengo que pedir disculpas por ser una heterosexual soltera a tres años de cumplir veintiseis (edad ideal para casarte, ya tener una profesión concluida irte de casa a hacer tu vida y ser independiente) . Supongo que para muchas mentes cada cumpleaños que te acerca al número veintiséis.

Mi real pregunta no es ¿quién va a llegar?, mi pregunta es: ¿porqué la llegada del hombre de mis “supuestos” sueños suena a preocupación, a desconcierto, a curiosidad, a consuelo, lo “políticamente correcto” que hay que decirle a una mujer que asiste a reuniones con sus amigas ( ojo todas van con sus parejas) y no tiene a ese alguien con quien compartir ese momento?

En defensa a las personas que me quieren puedo decir que sí, lo admito, me hubiese gustado que esa persona estuviera a mi lado esos días. Pero en su contra les digo que ese tipo de aclaraciones solo hacen sentir que una es una lisiada emocional, que mi vida no está completa, que mi vida no es suficiente para celebrar, que el que sea soltera les provoca: lástima, tristeza, y una cada vez más vaga esperanza de que llegue eso que le hace falta a mi vida.

Sin embargo, para todos, yo ya lo encontré. Fue hace muchos años. Y lo quise. Quería todo con él; una familia, hijos, un perro. Todo lo que mis fantasías y la sociedad parecen exigir. Todo lo que soñé desde que era niña y soñaba con un vestido que cambiaba de color como el de la Bella Durmiente.

Sin embargo, resultó no ser el hombre de mis sueños, sino la peor pesadilla de cualquiera.

Pero quiero aclarar que él no llegó de la tierra de Nunca Jamás. Yo lo elegí. Y hace mucho que ese error y mi paso por la violencia emocional ya no me avergüenza, ni me genera lástima por mí misma, por mi amor y lo que entregué, ni me hace sentir como un fracaso viviente. Pero si seguimos al pie de la letra la teoría eso significa que si ya tuve al hombre al que más quise, al que más odié y que ahora me importa tanto como un pepino partido por la mitad, ¿eso fue todo?, ¿fin del pequeño juego llamado amor?

No pues. Ni cagando.

Es muy peligroso jugar así con nuestras expectativas, ilusiones y fantasías. Hay que poner el freno de mano y un pie en la tierra. A pesar de los errores de juicio, de las desilusiones, de los corazones rotos, de las heridas –tantas veces, tan difíciles de sanar, no podemos hacer que nuestra dirección gire en torno a la popular creencia de que un hombre aparecerá y te dará todo lo que tú misma no puedes darte.