tantos errores
de los errores lexiones !
martes, 5 de febrero de 2013
Liz Dillon 2
domingo, 3 de febrero de 2013
LIZ DILLON
lunes, 7 de enero de 2013
Como tu lo quisiste
descubro que mi vida transcurrió
erfectamente
como tú lo estableciste.
ahora
cuando la sensación de algo inacabado,
Inacabado y ajeno
invade de escrúpulo mis buenas intenciones
sólo ahora
cuando me siento en la mitad de todos
mis caminos
atada a frases hechas
a cosas que se hacen por haberlas aprendido
como se aprende una lección de historia, puedo pensar que de nada sirvieron los consejos
ni las interminables conversaciones con tu madre,
y esas largas horas de mi vida perdidas
en aprendizajes extraños
sobre pesas y medidas, colores y sabores
y en el vano intento de ir tras el sol
tras el vuelo de los pájaros,
de repente quiero acabar
con mi baño de todas las mañanas,
con el café pasado,
con mi agenda cuidadosamente estructurada
de citas y visitas
a las que asisto puntualmente;
pero es tarde
hace frío
y estoy sola
MALA
soy
la muchacha mala de la historia
la que fornicó con seis hombres
y le sacó cuernos a su marido,
soy la mujer
que lo engaño cotidianamente
por un miserable plato de lentejas
la que le quitó lentamente su ropaje de bondad
hasta convertirlo en una piedra
negra y estéril
soy la mujer que lo castró
con infinitos gestos de ternura
y gemidos falsos en la cama
soy
la muchacha mala de la historia
viernes, 8 de junio de 2012
Y aun no lo vuelvo LOCO !
La locura es el coctel molotov de endorfinas y emociones que nos hacen hacer perder un poco la razón y pensar solo en uno mismo.
Ojo con el gran “pero”: la vida pasa y todo ese aprendizaje absurdo de "al hombre hay que entregarle desde nuestra virginidad hasta la última lamida de nuestro helado favorito", ha quedado enterrado en el fondo de nuestras memorias.
viernes, 8 de julio de 2011
MUJERES AL BORDE DEL COLAPSO !!
Según alguna leyenda urbana, nosotras, las mujeres, muchas veces nos volvemos “locas”. Sí, locas, complicadas, alteradas y emocionales. Así, de la nada. Lo dicen tan sueltos de huesos y tan seguido, tanto hombres como las de nuestro mismo género. Traidoras. Ante la más mínima alteración de “cómo se comporta una persona normal””, ¡zas!, aparece ipso facto ese calificativo que nos reduce a una persona trastornada por la falta de sexo.
Si alguna mujer es denominada “loca” por sus compañeros de trabajo, estudio, familia, amigos, novios, maridos, amigos de los novios y de los maridos, supuestamente se debe a alguna de las siguientes causas: está con la regla, debe ser el síndrome pre-menstrual, quizás sea una menopausia temprana (a mi perrita zhitsu el veterinario les diagnosticó lo mismo), la dejó el novio, la dejó el marido, debe estar “depre”, le falta amante, galán o agarre, le falta sexo, le falta un hombre de verdad, en fin, le falta un buen pene que la haga feliz, entre otras pachotadas.
Al parecer todas las carencias de la mujer tienen que ver con el sexo.
Veamos al sexo opuesto. Miren la gran diferencia. Los mismos hombres y mujeres, al percibir en un hombre alguna alteración en su conducta no piensan ni dicen que chifló de un día para otro, sino que debe estar pasando por un problema, por un mal momento o que está teniendo un mal día. Esto se traduce así: debe estar estresado, tiene problemas de plata, trabaja como un burro, ¿así quién no se cansa?, cayó la bolsa, quizás le robaron, debe ser su familia, dicen que su mamá ya está en las últimas, ¡cáncer a la próstata!, la diabetes, la calvicie, su próximo viaje.
¿Acaso alguien dice: debe ser una especie de climaterio avanzado, su mujer ya no quiere tener sexo con él porque es aburrido en la cama, nadie quiere tener sexo con él, seguro la tiene chiquita, ya no se le para, ya no le dan bola ni las de primer ciclo, se dio cuenta que no le dan bola las mujeres en general, se ha dado cuenta que en lo que se refiere al amor y al sexo es un fracasado, le falta una mujer con urgencia?
No. Según el juicio popular a las mujeres nos tiene y mantiene locas el sexo, o la falta de, mejor dicho. A los hombres, en cambio, los alteran las cosas realmente importantes de la vida como el trabajo, la carrera, los estudios, los bienes raíces, la salud y la familia.
Pero si seguimos esa lógica, un buen polvo lo soluciona todo en la vida de una mujer. Qué extraño.
A mí el tener o no tener chape, sexo, novio o marido no ha sido una condición determinante para tomar las decisiones que he tomado en mi vida, no me ha conseguido ningún trabajo, no me ha hecho decidir cómo, dónde y con quién quiero vivir, qué estudiar, cuán lejos irme, cómo me visto, qué observo, que quiero.
Sí, me pongo sensible con el síndrome pre menstrual.
En esos días me gusta meterme en mi cama en la noche acurrucarme, comer 20 kilos de chocolate y ver dibujitos animados. Eso hago. Pero jamás he salido con un cuchillo a la calle para matar al primero que se me cruce por delante, ni he decidido mudarme a Islandia en el día “uno” de la regla, ni he cambiado mi ambición de ser periodista para convertirme en vedette.
Se dice que los hombres son más prácticos y que usan su lado racional, mientras nosotras usamos el drama, la depre, la verborrea excesiva, la dependencia crónica de tormentos diarios y nuestro popular lado emocional.
Conozco muchas excepciones a esta supuesta regla. Hay hombres más complicados y densos que la brea.
Un amigo del instituto me contó todos los días de nuestra convivencia estudiantil, pero absolutamente todos, la misma historia de la ex llamada Sandra que lo había dejado seis meses atrás. Cada mañana le daba un nuevo ángulo y de nuevo iba con el mismo rollo. Empecé a odiar a Sandra sin conocerla y a ponerme el ipod todas las mañanas, para no escucharlo más.
Otro, hacía dos años quería cambiar de carrera y cada vez que lo volvía a ver en su cumpleaños empezaba con lo mismo: quejas, quejas y más quejas; que sí pero no, que quería estudiar otra carrera, que quería vivir en otro país, pero no sabía cuál, que ya se sentía viejo.
Bueno, yo no pienso que los hombres necesiten sexo para resolver sus paltas existenciales, un buen psicoanalista quizás. Pero mis oídos aburridos jamás me han hecho decir: ya olvídate hombre, lo que necesitas es salir y chaparte a alguien.
Somos tan complejas como cualquier otro ser humano, no importa el sexo ni la orientación sexual.
Todos tenemos problemas, malos momentos, malos días, malas temporadas o hasta un mal año (o quizás toda una década). Muchos necesitamos hablar de lo que nos ocurre para ver más claro, otros lo procesan en silencio y aunque la procesión vaya por dentro, por fuera no hay una carita feliz, porque simplemente no podemos ser caritas felices todo el tiempo.
Qué dolor de mandíbula daría eso.
No por eso somos unas locas complicadas. Eso se llama vivir. Punto. Deberíamos quitarnos ya este prejuicio de nuestras mentes y bocas.
Repito, si un revolcón es la medicina perfecta para que las mujeres dejen de hacer tanto problema y joder con sus rollos, la vida es más fácil de lo que yo pensaba.
El hombre la tiene más tranca. Él sí tiene problemas serios.
Y yo que pensé que estábamos en desventaja...
lunes, 27 de junio de 2011
Donde estas que no te veo
Ya llegará. Ya vendrá. Lo conocerás cuando menos lo esperes. No te preocupes. Aparecerá en tu vida la persona que te querrá para siempre, que te amará como nadie lo ha hecho jamás, que te tratará como una reina, que te hará feliz. Ya viene. Solo es cuestión de tiempo. Ten paciencia. Lo sabrás cuando lo conozcas. Espera tranquilita. Ya llegará.
¿Ah sí?, ¿alguien lo garantiza por escrito y con carta notarial? Digo, ¿no? La lista de espera, de las que esperan, se sigue alargando. ¿Cómo haríamos?, ¿sacamos un numerito y esperamos en fila?
Cada vez que una mujer le dice a otra (sí, somos nosotras las boconas que repetimos como disco rayado alguna de estas frases) que no desespere, que mantenga la calma para no parecer una chica desesperada, que no piense que se va a quedar solterona (no por Dios, ni mencionen la palabra “s-o-l-t-e-r-o-n-a”, no le vaya a dar un infarto a alguien), que solo hay que esperar la llegada de nuestro Vin Diesel y listo el cuento de hadas. Después vivirán felices para siempre.
La clásica y letal frasecita: “ya llegará” se suelta en este tipo de situaciones:
-Te dejaron. La razón no importa.
-Te dejó por otra (u otro). En esta situación el “ya llegará” viene pegado con goma con el “él se la perdió”.
-Te enteraste que el HDP que te dejó y está con otra. Otro agravante de esta situación es si: “ellos sí se van a casar”.
-Tú fuiste la que dejó a alguien. Y no importa que tú hayas roto la relación porque te dio la gana o cualquiera que fuese el motivo, la cosa es que estás sola, otra vez y por tu culpa. Que en este caso no te sorprenda escuchar un suspirito detrás de tu oreja que diga: “qué cojuda”.
-Te divorciaste.
-Te separaste.
-Estás sola hace un buen tiempo. Días, meses, años. Todo vale.
-Todo tipo de reuniones familiares.
-Las noticias de los compromisos y bodas de amigos, hermanos, conocidos.
-En el estado civil de todos tus documentos dice: soltera.
-Todas las anteriores.
Bueno, ya tengo 23, ni 15 ni 18 ni mucho menos 20 TENGO 23. ¿Y qué creen que me dijeron varias personas que quiero mucho? Pues sí: ya llegará. Y me atreví a preguntarles: ¿quién exactamente llegará?, ¿el mozo con el jugo que acabo de pedir?, ¿mi sándwich de pollo?, ¿ese perfume que me encanta y esos de zapatos de sueño que me mandara mi linda amiga liz?
Claro que se referían a un hombre, pero no a uno cualquiera. Se referían al hombre indicado, al correcto, al perfecto (para ellos). Entiendo que necesiten calmar sus ansiedades y la angustia que les produce que su hijita mayor sea la única en la familia que no halla llevado un enamoradito oficial a la casa o quizás por ahí descartar mi sexualidad, o mejor dicho, mi homosexualidad.
Desde acá les digo, no, no soy lesbiana ni bisexual, y no porque no quiera. No es mi opción, ni mi orientación. Me gustan los hombres. En este punto hasta siento que tengo que pedir disculpas por ser una heterosexual soltera a tres años de cumplir veintiseis (edad ideal para casarte, ya tener una profesión concluida irte de casa a hacer tu vida y ser independiente) . Supongo que para muchas mentes cada cumpleaños que te acerca al número veintiséis.
Mi real pregunta no es ¿quién va a llegar?, mi pregunta es: ¿porqué la llegada del hombre de mis “supuestos” sueños suena a preocupación, a desconcierto, a curiosidad, a consuelo, lo “políticamente correcto” que hay que decirle a una mujer que asiste a reuniones con sus amigas ( ojo todas van con sus parejas) y no tiene a ese alguien con quien compartir ese momento?
En defensa a las personas que me quieren puedo decir que sí, lo admito, me hubiese gustado que esa persona estuviera a mi lado esos días. Pero en su contra les digo que ese tipo de aclaraciones solo hacen sentir que una es una lisiada emocional, que mi vida no está completa, que mi vida no es suficiente para celebrar, que el que sea soltera les provoca: lástima, tristeza, y una cada vez más vaga esperanza de que llegue eso que le hace falta a mi vida.
Sin embargo, para todos, yo ya lo encontré. Fue hace muchos años. Y lo quise. Quería todo con él; una familia, hijos, un perro. Todo lo que mis fantasías y la sociedad parecen exigir. Todo lo que soñé desde que era niña y soñaba con un vestido que cambiaba de color como el de la Bella Durmiente.
Sin embargo, resultó no ser el hombre de mis sueños, sino la peor pesadilla de cualquiera.
Pero quiero aclarar que él no llegó de la tierra de Nunca Jamás. Yo lo elegí. Y hace mucho que ese error y mi paso por la violencia emocional ya no me avergüenza, ni me genera lástima por mí misma, por mi amor y lo que entregué, ni me hace sentir como un fracaso viviente. Pero si seguimos al pie de la letra la teoría eso significa que si ya tuve al hombre al que más quise, al que más odié y que ahora me importa tanto como un pepino partido por la mitad, ¿eso fue todo?, ¿fin del pequeño juego llamado amor?
No pues. Ni cagando.
Es muy peligroso jugar así con nuestras expectativas, ilusiones y fantasías. Hay que poner el freno de mano y un pie en la tierra. A pesar de los errores de juicio, de las desilusiones, de los corazones rotos, de las heridas –tantas veces, tan difíciles de sanar, no podemos hacer que nuestra dirección gire en torno a la popular creencia de que un hombre aparecerá y te dará todo lo que tú misma no puedes darte.